Dicen del ruso que se lo vio muy acaramelado con su perrita Magui, una caniche toy color cremita, a pocos mts del Disco de la calle Gascón. También cuentan que a veces lo descubren en algún baño, apoyado sobre su cabeza, no se sabe bien haciendo qué. Otras, alguien lo divisa estacionado en una YPF, durmiendo en su Peugeot 308 gris, a las 2 de la tarde, en la Avenida Álvarez Thomas. También se sospecha que tiene problemas con su cabello: es marmolado, no le queda mucho, y suele estar bastante despeinado. No se sabe si es por esto o por sus ideas alocadas, pero en algunos barrios lo confunden con un científico loco.
Los vecinos indican que a pesar de ser sociable y elocuente, la relación está complicada por ruidos molestos provocados por un instrumento de viento. Julio, el portero del edificio, que tiene 56 años y 4 hijos, no sabe bien de que se trata pero sospecha que no es la típica flauta dulce.
En su restaurante de cabecera, Los Floristas, está Roque, un músico frustrado que terminó como encargado del bar, y nos menciona que el ruso no come platos fríos. Al respecto se rumorea que alguna vez ha revoleado con repulsión una ensalada de atún y otros innombrables.
Si se quiere encontrar al ruso una posibilidad es ahondar en los sabidos datos que lo vuelven un Argento en serio. No es el asado, ni el mate, ni el fútbol, ni el dulce de leche (aunque alguna vez se lo supo agregándole La Serenísima estilo Colonial al espeso flan de Prosciutto, un restaurante de Monserrat). No, definitivamente esta información no nos ayuda. Lo que al ruso lo estigmatiza en el prototipo de Argento cincuentón, es el Tango. Quienes saben, desde hace años que pueden encontrarlo vagando por diferentes milongas hasta altas horas de la madrugada. Aunque no es virtuoso en esta disciplina, dicen que su principal conquista fue Gabriela, una mujer de unos 50 años, muy parecida a Graciela Bórges y a Lucía Galán de joven, con quien frecuenta.
En el barrio se sabe que el ruso, fanático de las golo golo, no es de tener gran cantidad de amigos íntimos. Se le conoce a Ruben, un muchacho bajito, de parecida edad, que recientemente ha tenido gemelos; y a un contador panzón del cual desconocemos su nombre, pero sabemos que su apodo tiene una terminación propia del idioma portugués.
Alguien que le pudo husmear su Iphone por un instante, cuenta que encontró en sus registros del día Martes 14 de Junio, 18 llamados (entre entrantes y salientes) con un tal Marchongo; 7 con alguien denominado Papocho; y otras 6 llamadas a España. Tras estudiar esta información, descubrimos que Marchongo es en realidad Marcelo, su hermano empresario desde hace 52 años. Sabemos que “Papocho” es su hijo motoquero y que vive en la Paternal. De lo que no podemos cerciorarnos -debido a la distancia- es de las llamadas a España. Hasta ahora la hipótesis que manejamos es que se trata de su hija, de 24 años, casada.
Otra información de valor, proviene de algún anónimo que tuvo acceso a su desordenada biblioteca. Se han visto títulos desde "El Arte de la Guerra" hasta "Cómo aprender a hablar en público" volumen 2. En el medio otras 60 obras, de las cuales 57 eran de autoayuda, y las otras 3 de confusa categorización.
Gracias a esta superficial investigación podemos describir al ruso como familiero, loco, autoayuda, golo golo, tanguero y pasional.
Y no, no estamos hablando del ruso Sofovich, estamos hablando de Osvaldo, el ruso de Almagro.
muy bien Fede, todo un lirico en la literatura.
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